jueves, 7 de enero de 2010

Universidad de calidad y excelencia.



La universidad está inmersa en la una implantación del nuevo espacio europeo de enseñanza superior (EEES), un proceso decisivo para su futuro desarrollo. Pero como ocurre en todos los procesos importantes de cambio, la implementación de un nuevo diseño de estudios universitarios ha generado dentro de la comunidad universitaria posturas contradictorias sobre su oportunidad y eficacia. Mientras algunos de sus miembros lo califican de simple cambio “cosmético” para dejarlo como estaba, otros lo defienden como el gran remedio a todos los “males” de esta institución ancestral que es la universidad. Partiendo de una posición inicial favorable a esta propuesta de cambio diseñada por el Plan Bolonia, que su éxito está condicionado a la resolución de diversos factores, tanto internos como externos, que inciden de manera relevante en su desarrollo y consolidación.
Respecto de los factores inherentes al propio proceso de implantación del EEES, señalar que el éxito de este nuevo formato educativo universitario requiere que la universidad potencie la innovación mediante el desarrollo de herramientas tecnológicas que faciliten adaptar los recursos didácticos actuales a los nuevos formatos y metodologías que demanda el EEES.
Adaptar las exigencias que se vienen dando en educación con referencia a la convalidación de estudios a nivel europeo, es una necesidad de crucial importancia. Dotar a profesores de los avances más relevantes en el campo de la educación para poder potenciar al máximo el desarrollo de los alumnos y alumnas que cursan carreras universitarias.
Como factor negativa de la implantación de este tipo de modelo, como es el Plan Bolonia, es la utilidad que le da al estudio superior universitario, con miras sólo y exclusivamente al mundo laboral, derrumbando todo desarrollo personal, arrancando la curiosidad por aprender conocimientos que nada tienen que ver con la ocupación de un puesto de trabajo. El problema de la educación hoy día es la única visión o único camino “reglado” sólo con miras al mundo laboral. La educación debe tener una labor orientativa (no sólo profesional), que sirva de ayuda para que las personas se desarrollen plenamente como individuos capaces de aprender y de ser autónomos, no una simple pieza de un “rompecabezas” incapaz de satisfacer las necesidad de la sociedad.

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